Ensayo de Aldemaro Barrios/
Mientras los patriotas consolidados en la unidad de sus fuerzas con Bolívar como General en Jefe, como extraordinario estratega de guerra y no menos excelso estadista y diplomático, el ejército libertador se batía en combate con las fuerzas realistas, en una guerra a muerte que había devastado la población del territorio norte de Suramérica, hasta que en noviembre de 1820 se replanteó el escenario bélico al firmarse el Armisticio y Tratado de Regularización de La Guerra entre el 25 y 27 de noviembre. Colombia fue reconocida como Estado soberano y se plantó de bis a bis con la Monarquía Española, en un reconocimiento ganado a punta de lanza y bayoneta, cuando la mitad de población había sembrado su sangre en suelo continental por la libertad y la independencia de Suramérica en una guerra de un ejército popular patriota con destacad ventaja sobre el ejército realista.
Fue una breve tregua en la lucha, que se planteó en términos diplomáticos y militares cuando se reconocía a Colombia como Estado soberano por exigencia de su General en Jefe Simón Bolívar para obrar el Armisticio, por otro lado en las fuerzas realistas se producían deserciones y se le desprendían batallones que ingresaron al Ejercito Libertador como las tropas del intrépido y agresivo coronel indio Roberto Vargas en el occidente. En Coro se generaron los movimientos iniciales rebeldes que luego se alzaron, siguiendo a Josefa Camejo por destinos libertarios contra la Monarquía. Lo que quedaba de la Capitanía General de Venezuela se desmoronaba, las fuerzas realistas estaban disminuidas y desmoralizadas. Morillo lo sabía y para no manchar su vitae militar decidió retirarse a España y dejarle a Miguel de La Torre los restos de una derrota vergonzosa como fue la de la Batalla de Carabobo en 1821.
El Libertador planeó la liberación de los territorios Americanos tomando el testigo del Precursor Francisco de Miranda y su proyecto político continental pero no en la dimensión monumental del sueño mirandino, sino en términos continentales concretos, así nació Colombia la grande. Bolívar tampoco planteó su estrategia geopolítica con los métodos que trazaron los independentistas del norte en un ejercicio de expansión y dominación territorial para la explotación de sus riquezas, para los negocios mercantiles y de enriquecimiento acumulativo de los grandes banqueros, industriales y terratenientes del norte.
El tema del espacio y sus dominios con Simón Bolívar tuvo una dimensión ética de diferencias incuestionables, para el Libertador y su propuesta geopolítica las dimensiones de los territorios y sus riquezas estarían al servicio de la sociedad y no de élites que era el objetivo de las potencias expansionistas enfocadas en el arrebato de las riquezas de los pueblos y sus territorios como lo demostró EEUU en su afán expansivo en el norte. Para Bolívar desde su visión ética, el dominio territorial era un asunto de ciudadanía republicana, de derecho social y no de arrebato y espoliación de los recursos naturales y humanos. Una notable diferencia.
Bolívar y su alto mando político militar desde 1817 entendieron la necesidad de forjar un estado nación de espacios continentales, siguiendo los postulados de Francisco de Miranda. En cada una de su gestión como presidente y jefe de gobierno El Libertador fue muy discreto y cauto como se estila en la diplomacia y el trato de gobiernos.
Así ocurrió con la audaz acción emprendida por los patriotas que ingresaron en Florida, tomaron la Isla Amelia e instauraron la República de la Florida como una cabeza de playa para propósitos independentistas en 1817.
Bolívar por razones de carácter diplomático fue muy cuidadoso al no dejar ningún documento que lo relacionara directamente con la temeraria acción que cumplió su cometido, lo sucedido en la Isla Amelia en la Florida en 1817 trajo consecuencias históricas sin precedentes. Recordemos que el Libertador había designado a Lino de Clemente y a Pedro Gual para ocuparse de asuntos diplomáticos en la relaciones con los Estados Unidos en enero de 1817:
El 5 de enero (1817) designa al general de brigada, Lino de Clemente, como Agente y Comisionado Especial de la República de Venezuela -no existía como tal- cerca del gobierno de los Estados Unidos de la América del Norte.
Ya don Pedro Gual, en agosto de 1815, había sido nombrado Agente de la Ciudad-Estado de Cartagena de Indias ante el gobierno de Washington.[1]
Pedro Gual y Lino de Clemente estaban residenciados en Estados Unidos y seguían muy de cerca la movilidad geopolítica y militar continental desde el norte, de hecho, fueron ellos los que dieron a conocer públicamente la resolución de Bolívar al decretar el bloqueo de las costas de Guayana, Cumaná y Barcelona el 6 de enero 1817, promovido por el Libertador como General en Jefe del ejército patriota independentista, de donde devino el conflicto epistolar con el tristemente célebre agente estadounidense Jean Baptiste Irvine en 1818 sobre la incautación de las embarcaciones estadounidenses Tigris y Liberty capturados por fuerzas navales patriotas en las bocas de Orinoco al tratar de suplir de provisiones a los realistas
Fueron estos patriotas los que promovieron la creación de la república de Florida y los que de alguna manera, en esa temeraria ofensiva militar por controlar la estratégica ruta marítima al sur del norte, pusieron en evidencia la falsa neutralidad de Estados Unidos con relación a las luchas independentistas suramericanas. Así es como el gobierno de Monroe luego de enviar una fuerza marítima al mando de Andrew Jackson con una flota de guerra atacaron e invadieron un territorio que estaba bajos los dominios de España y que lo patriotas suramericanos tomaron a favor de la independencia americana.
Se inicia el periplo de un convenio entre el gobierno Estados Unidos, representado por John Quincy Adams y la monarquía española en la persona de su embajador plenipotenciario Luis Onis, lo que se conoció como el Tratado Adam-Onis[2], cuyas primeras conversaciones se iniciaron en 1817, se consolidaron en 1819, se extendieron durante todo el año 1820, finalmente fue firmado este acuerdo de “neutralidad” en 1821.
España negoció con los Estados Unidos un acuerdo para entregarles las tierras de Florida y establecer un convenio de no agresión que logró por tan solo por 5 millones de dólares. Mientras que Bolívar condicionó a España la firma del Armisticio y el Tratado de Regularización de la Guerra en 1820 y Colombia era reconocida como Estado soberano, Estados Unidos urdía un estafa con España, para quedarse con un territorio estratégico que dominaba el eje marítimo militar y comercial entre el espacio continental del norte, Nueva España (México) y el Caribe con Cuba como la antilla máxima.
Decimos una estafa porque no se conoce si ciertamente Estados Unidos le pagó a España el dinero convenido o si esos recursos fueron destinados a abonar reclamaciones estadounidenses contra España, como señaló el diario ABC de España en 2019[3]. Poco le importaba a Estados Unidos pagar, por cuanto esos negocios no tenían componentes éticos principistas y porque España estaba tan disminuida militarmente que ni siquiera con el apoyo de la Santa Alianza lograría recuperar los dineros convenidos entre Luís Onís y John Quincy Adams. Finalmente a la Corona Española lo que más interesa era neutralizar las insurgencias en sus territorios. Ya su situación en la Nueva España, Centro y Suramérica era harto complicada en 1820, el imperio español se desmoronaba pedazo a pedazo.
Bolívar antes de consumar el encuentro con Pablo Morillo para la firma del Armisticio y de condicionar este acto de reconocimiento de Colombia como república soberana, escribe y alerta a José Tomás Revenga, su secretario general y, más tarde, Ministro de Relaciones Exteriores y Ministro de Hacienda, el 2 de mayo de 1820:
Jamás conducta ha sido más infame que la de los norteamericanos con nosotros: ya ven decidida la suerte de las cosas y con protestas y ofertas, quien sabe si falsas, nos quieren lisonjear para intimar a los españoles y hacerles entrar en sus intereses. El secreto del Presidente [de los Estados Unidos] es admirable. Es un chisme contra los ingleses que lo reviste con los velos del misterio para hacernos valer como servicio lo que en efecto fue un buscapié para la España; no ignorando los norteamericanos que con respecto a ellos los intereses de Inglaterra y España están ligados. No nos dejemos alucinar con apariencias vanas; sepamos bien lo que debemos hacer y lo que debemos parecer.[4]
En la antesala de la firma del Armisticio entre Bolívar y Morillo, las autoridades españolas tanto diplomáticas como militares mostraron la humillación y disposición a la entrega de inmensos territorios al Gobierno estadounidense para negociar lo que les restaba de territorio al sur oeste de la América del Norte, en comunicaciones cargadas de una retórica oportunista como lo escribió Evaristo Pérez de Castro, Secretario del Despacho de la Guerra de España:
Sería hacer agravio a la penetración de V. E. el detenerme con este motivo a demostrarle la nueva importancia política que de resultas del presente arreglo con los Estados-Unidos adquiere la provincia de Texas y la bahía de San Bernardo, y la necesidad de que el Gobierno se ocupe con la más seria atención en todo lo que sea relativo a la conservación y defensa de aquella importante frontera, que no siendo ya litigiosa, mediante la renuncia solemne que hacen en el mismo tratado los Estados-Unidos de las pretensiones que tenían de llevar los límites de la Luisiana hasta Río Bravo, nos deja todas las facilidades imaginables para tomar sin contradicción alguna cuantas precauciones se crean conducentes para la seguridad de las preciosas posesiones de Nueva-España y Nuevo-México, cuyo antemural es la expresada provincia de Texas y demás territorios contiguos a la línea divisoria descrita por el Tratado. Dios guarde a V. E. muchos años. — [5]
Dicha comunicación fue fechada casi de manera simultánea con la instrucción directa del Rey Fernando VII dirigida al capitán general y gobernador de la Isla de Cuba y de las dos Floridas, en las que expone la vergonzante posición del monarca español al no disponer de sus propias naves para trasladar al personal militar y de gobierno ubicado en la Florida y que luego de la consumación del Tratado Adams-Onis, obliga a las autoridades españolas a abandonar la península ya en posesión militar de las fuerzas estadounidense, así lo señala una orden real emitida el 4 de octubre de 1820:
Por tanto, os mando y ordeno que precediendo el aviso que se os dará oportunamente por mi Ministro plenipotenciario y Enviado extraordinario en Washington, de estar canjeadas las ratificaciones, procedáis a dar por vuestra parte las disposiciones convenientes para que en el término de seis meses contados desde la fecha del canje de las ratificaciones, o antes si fuese posible, evacúen los oficiales y tropas españolas los territorios de ambas Floridas y se ponga en posesión de ellos a los oficiales o comisarios de los Estados-Unidos debidamente autorizados para recibirlos; en la inteligencia de que los Estados-Unidos proveerán los trasportes y escolta necesarios para llevar a la Habana los oficiales y tropas españolas y sus equipajes. Dispondréis al propio tiempo la entrega de las islas adyacentes y dependientes de las dos Floridas y de los sitios, plazas públicas, terrenos baldíos, edificios públicos, fortificaciones, casernas y otros edificios que no sean propiedad de algún individuo particular, como también la de los archivos y documentos directamente relativos a la propiedad y soberanía de las mismas dos Provincias, poniéndolos a disposición de los comisarios u oficiales de los Estados-Unidos debidamente autorizados para recibirlos (..)[6]
Si la entrega de Florida a Estados Unidos fue vergonzosa, no podemos olvidar que fueron los patriotas orientados por Bolívar al tomar la Isla Amelia e instalar la República de la Florida, los que desataron aquella reacción en cadena en la que el gobierno de Estados Unidos mostró su garra expansionistas y su simulada neutralidad.
Mientras eso ocurría Bolívar se dirigió a Trujillo a reivindicar a Colombia en un tratado único para ese momento, sin perder de vista el escenario internacional ni la suerte entre otras regiones donde se luchaba por la independencia en el continente como en la Nueva España convulsionada por los movimientos independentistas que aunque golpeados, resistían en las guerrillas montañeras al sur de México y en la costas medias de Veracruz, alentadas por las noticias que llegaban de los avances del ejercito patriota colombiano en Suramérica.
Si en México, los realistas con el Virrey Callejas y luego de 1816 con el nuevo Virrey Juan Ruiz de Apodaca, habían fracturado y controlado a casi todos los movimientos insurgentes de independencia en territorio mexicano, tras el fusilamiento de José María Morelos como jefe aglutinador independentista, los mismos mandatarios españoles en Nueva España, se negaron a someterse a la Constitución de Cádiz (1812) y en octubre de 1820 convocan al único militar realista criollo en quien podían confiar para sostener las conquistas del régimen español, el general Agustín Iturbide, una situación sui generis porque los mismos súbditos del Rey conspiraron contra la gestión de Fernando VII como monarquía constitucional al no cumplir los designios del rey, pero Iturbide a su vez traicionó al Virrey de una manera artera como explicaremos.
Iturbide aparentemente intentó acabar con los restos del dividido y replegado movimiento independentistas en una suerte de arrase final, pero fue curiosamente derrotado batalla tras batalla, en una estratagema acercamiento a contendores como el patriota Vicente Guerrero al sur y Guadalupe Victoria en Veracruz, fue una treta astuta de un general criollo realista que había sido descalificado por los Virreyes y ahora en su momento como jefe del ejército realista, asestó una puñalada a la monarquía como artimaña para luego de asociarse con los jefes insurrectos, asumir el control de México y posteriormente proclamarse Emperador de Nueva España, una tentación a la que fue sometido Bolívar y en la cual no claudicó, no obstante las mieles sediciosas que provocaban la oligarquía bogotana y caraqueña.
A estas circunstancias Simón Bolívar, haciendo un ejercicio diplomático superior observó y aplicó una gestión política internacional unitaria atendiendo a la correlación de fuerzas en México. Situación que se presentó favorable a los independentistas suramericanos que dio un aire esperanzador para el movimiento rebelde bolivariano, aunque los mexicanos estaban librando una lucha particular intestina contra la monarquía española y sus derivaciones, y luego con las desviaciones como la que finalmente asumió Iturbide al proclamarse emperador de Nueva España, esa situación cambió de escenario al retomar los patriotas mexicanos la ruta independentista inmediatamente después de 1823.
Al extremo sur del continente, la situación político y militar no es tan alentadora, las divisiones y contiendas entre los patriotas argentinos debilitó la estabilidad lograda por José de San Martín, la diplomacia estadounidense hizo su trabajo de dividir la unidad patriota sureña, así lo intentaron hacer contra el bloque de fuerzas que dirigió Bolívar pero no lograron penetrar la fortaleza patriota sino años más tarde de la campaña del sur, cuando grupos anti bolivarianos fomentaron la intriga con Santander en Bogotá, Páez en Venezuela y Juan José Flores en Quito y finalmente se fracturó la Colombia continental que había forjado Bolívar y el Ejército Libertador.
Las inversiones de los financistas ingleses en la Guerra de Independencia en Suramérica y la constante advertencia del gobierno de Estados Unidos sobre el riesgo de una intervención de la Santa Alianza en Suramérica, reducían las posibilidades de los alemanes, franceses o rusos para lanzarse a una aventura a América sin contar con el acompañamiento de otros monarcas europeos y en especial de Inglaterra. No obstante, las barbas de Alexander I, Zar de Rusia las peinaba la incertidumbre de sus propósitos por hacerse de los recursos materiales latinoamericanos que Alexander Von Humboldt había investigado y descrito para Prusia luego de su bitácora científica a principios del siglo XIX y que se convirtió en información sustantiva sobre los medios y recursos materiales que disponían estos vastos territorios, ambicionados por los poderosos monarcas de la Santa Alianza.
Para finales de 1819 la suerte de España en América del Sur estaba marcada hacia una derrota que ya no podía contar con el amparo del absolutismo europeo, a quien debía junto a los ingleses, los empréstitos de la guerra que financiaron para el retorno de Fernando VII al trono.
Los territorios que España había celado en Suramérica y el Caribe fueron repartidos entre Gran Bretaña, Francia y Holanda (las Guyanas, Belice y algunas Islas del Caribe) mientras que los Estados Unidos enfocó sus esfuerzos en una diplomacia de intrigas divisionistas al sur del continente y sobre una política invasiva hacia los territorios continentales cercanos a las 13 colonias del norte con mayores dimensiones y que España vendió por menor cantidad de dinero que la de Florida, como lo hizo con Nuevo México, Texas, Colorado y California por algo más de 2 millones de dólares.
El gobierno de Gran Bretaña representado por el primer ministro George Canning y el de Francia por el diplomático Duque Jules de Polignac Embajador del país galo en Londres tácitamente acordaban una declaración mediante un memorándum que explica el finiquito de la monarquía de España para la recuperación de los territorios anteriormente bajo su dominio en América del Sur:
Que este gobierno (Inglaterra) considera que es absolutamente imposible para España recuperar sus colonias y que estas vuelvan a sus anteriores relaciones con aquella. Que Francia negaba, por su parte, cualquier intención o deseo de la situación de Francia con respecto a España para apropiarse de ninguna parte de las posesiones españolas en América…que Francia renuncia solemnemente en todo caso, a cualquier proyecto de actuaren contra de las colonias por la fuerza de las armas.[7]
De manera que con la firma del Armisticio y Tratado de Regularización de la Guerra en Santa Ana Trujillo en noviembre1820, se inicia la despedida formal de la Monarquía a sus pretensiones de dominación territorial en la América Meridional, desde donde obtenía el 60% de sus fortalezas económicas mediante la expoliación de los recursos materiales y humanos del suelo meridional.
Al Morillo despedirse de Bolívar en la aurora del 27 de noviembre de 1820, no solo se despedía un hombre, lo hacia una era de dominación monárquica española porque lo ocurrido posterior a la firma del Armisticio fue la alborada de la independencia suramericana sellada en Carabobo en 1821, luego en Junín y Ayacucho en 1824.
La historia continuó
Si John Quincy Adams, entonces jefe del Departamento de Estado, recomendó la doctrina que James Monroe anunció en 1823, el artero estratega británico George Canning había encomendado a estos dar conocer que una intervención de potencias europeas en América contra las colonias sería considerada por EEUU como una agresión contra ellos mismos (Acosta Vladimir 2017)) todo para salvaguardar los intereses de Inglaterra en Centro y Suramérica.
Un personaje de la diplomacia norteamericana poco nombrado, fue Charles Steward Tood, asignado por Quincy Adams para espiar y tratar los negocios de Estados Unidos en Colombia, solo que este militar y abogado, que despachaba desde Margarita y Saint Tomás, no tuvo el acierto de cumplir con su cometido toda vez que temía enfermarse o morir en las selvas o caminos de Venezuela o Cundinamarca y porque que el entonces el gobierno de Colombia, nunca le admitió las insolentes maneras de reclamar asuntos en los que se vieron involucrados barcos norteamericanos tanto en apoyo al ejército español como la trata de barcos negreros o de contrabando que circulaban y eran capturados por barcos republicanos, con razón su estadía no fue en Bogotá sino en el Caribe.
Lo que Adams y Monroe en EEUU y Cannings en Inglaterra decidieron, tenía que ser operado por negociadores aguas abajo, que no tenían rango diplomático porque Colombia no había sido reconocida como república, podemos preguntarnos si estos ciudadanos eran dignos diplomáticos o mercaderes oportunistas interesados y tahúres que el gobierno de EEUU despachaba para llamarlos eufemísticamente “Charg d´ affaires” o encargados de negocios por lo ocurrió con Jean Baptiste Irvin, el comodoro Oliver Hazard Perry y Charles S.Tood. Todos hombres ineptos que fracasaron en negocios personales o políticos en los Estados Unidos y fueron enviados a una suerte de aventuras en el Caribe y Suramérica para sostener su prestigio con los nueve mil dólares anuales que pagaba la diplomacia norteamericana, y nos seguimos preguntando si hubo transacciones ilegales y negocios mal habidos con corsarios o propietarios. ¿Porque se hacían la vista gorda al “tratar” el contrabando o tráfico de barcos negreros españoles o portugueses que llegaban al Caribe desde África a las islas de Saint Tomas, Curazao, luego Cuba y Puerto Rico y finalmente al sur de los Estados Unidos?
Tood, tuvo una firma legal en Kentuky que la llevó a banca rota y bajo el soporte de su suegro, el gobernador del estado Isaac Shelby y otras influencias políticas familiares consiguió la asignación como encargado de negocios en Colombia en 1820.
Cuando llegó a Suramérica su primera acción fue reclamar las indemnizaciones a los dueños de las embarcaciones Tigers y Liberty confiscadas por la república en 1818. Para ello escribió en dos oportunidades al Vicepresidente Juan German Roscio en 1820, desatendiendo la autoridad de Revenga, encargado de las relaciones exteriores de Colombia, sin embargo la respuesta del gobierno colombiano fue que las cartas debía ser escritas en idioma castellano, a lo que Tood respondió arrogantemente "debo, no obstante, reclamar el incuestionable derecho a utilizar el idioma de mi nación y gobierno".
Entre abril y agosto de 1820, Charles Tood informó confidencialmente a Quincy Adams del envió de armas desde Estados Unidos a Colombia, "50.000 piezas de armas han alcanzado Angostura desde los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia y sus islas coloniales " además agregaba lo de una propuesta hecha por algunos comerciantes en Nueva York, al gobierno en Angostura, para prestarles $ 3,000,000 en efectivo, por lo cual deben ser compensados con un monopolio por un período adecuado en el comercio del tabaco después del establecimiento de su independencia…[8] Adams respondió a Tood que “Estados Unidos no vendería armas a los republicanos porque creía que España lo interpretaría como un acto hostil ". Ya estaba en proceso el Acuerdo entre España y EEUU, conocido como el Tratado Adams-Onis que fue firmado por los norteamericanos en 1821.
Finalmente Tood no tuvo éxito, luego que el Dr, Pedro Gual asumiera la cartera de exteriores del gobierno de Colombia las relaciones con el encargado de EEUU fueron más duras y distantes, a tal extremo que Tood dirigió sus comunicaciones directamente a Santander.
El colmo de Tood fue el reclamo hecho al gobierno colombiano de un barco conocido como The Aligator, capturado por el capitán republicano José Rastique, quien a bordo de La Capitana con bandera republicana, arrestó el mencionado barco traficando contrabando y lo remitió a puerto por no tener documentos que certificaran su legalidad. Inmediatamente, Todd protestó ante el Tribunal de Almirantazgo de los Estados Unidos, a través del vicecónsul estadounidense en St. Thomas, solicitando que se informara a los propietarios neoyorquinos del The Alligator sobre el asunto, pero además desconociendo la soberanía de Colombia al señalar que: había cumplido con su autoridad como agente al exigir formalmente la suspensión de todos los procedimientos por parte del gobierno republicano de Colombia hasta que los propietarios tuvieran la oportunidad de reclamar su propiedad.[9]
Como muchos de los encargados de negocios de EEUU, Tood se ocupó de entregar información interesada y falsa a las altas autoridades de EEUU como la calificación del tipo de guerra que se llevaba a cabo en Suramérica al señalar que se trataba de una guerra civil y no de una rebelión, igual como acusar a Gual de falta de cordialidad en sus relaciones personales y hostilidad hacia los Estados Unidos, teniendo en cuenta estos hechos, se enfrentaba a la dolorosa necesidad de considerar todas las relaciones oficiales ulteriores de mi parte, con este Gobierno como al final y, además, que si bien el actual Secretario (Gual) sigue siendo el órgano de este Gobierno para naciones extranjeras, no se renovará ninguna relación.[10]
Ese ha sido el estilo de la diplomacia norteamericana desde los tiempos de la independencia en el Siglo XIX, son antecedentes que a esta hora resultan analogías que pueden sorprender.
Licdo. Aldemaro Barrios Romero
Caracas, Venezuela. 1959
Licenciado en Ciencias de la Información
Maestría en Historia. Universidad Nacional Experimental de las Artes
Premio Nacional de Periodismo Mención DD.HH 2018
[1] Pividal Francisco, Bolívar pensamiento precursor del antiimperialismo. Ediciones Casa de las Américas, Cuba, 1977.p.21.
[2] “Tratado de Amistad, arreglo de diferencias y límites entre su Majestad Católica el Rey de España y los Estados Unidos de América” 1819
[3] Villatoro Manuel P. La dolorosa estafa de EE.UU. a España: la venta de Florida que Fernando VII no llegó a cobrar. Diario ABC España 17/08/2019 Disponible en: https://www.abc.es/historia/abci-dolorosa-estafa-eeuu-espana-venta-florida-fernando-no-llego-cobrar-201908170152_noticia.html
[4] Pividal Francisco, Bolívar pensamiento precursor del antiimperialismo. Ediciones Casa de las Américas, Cuba, 1977.p.30
[5] Evaristo Pérez de Castro. Carta sin destinatario. Firmada por el” Señor Secretario del Despacho de la Guerra de España Octubre de 1820. Disponible en:https://www.memoriapoliticademexico.org/Textos/1Independencia/1819TAO.html
[6] Carta del Rey Fernando XVII al Gobernador y Capitán General de la Isla de Cuba. Secretaria del Despacho de Estado. Dada en Madrid a veinte y cuatro de Octubre de mil ochocientos veinte. Disponible en: https://www.memoriapoliticademexico.org/Textos/1Independencia/1819TAO.html
[7] Lievano Aguirre, Indalecio, Bolivarianismo y Monroismo. Editorial Grijalbo. Caracas Venezuela. (Cita Brithis and Foreing State Papers London 1843) .2007.
[8] Sherry Keith Jelsma. Un unexpected nightmare: Charles S. Todd and United States Diplomacy in South America, 1820-1824.. Disponible en:Https://filsonhistorical.org/wp-content/uploads/publicationpdfs/76-4-2_an-unexpected-nightmare-charles-s.-todd-and-united-states-diplomacy-in-south-america-1820-1824_jelsma-sherry-keith.pdf
[9] Ibídem
[10] Ibídem